Ayer un compañero de trabajo y amigo, me comentó que casi estuvo a punto de perder la vida junto a la de su familia por una persona irresponsable y criminal.
Resulta ser que Raul junto a su familia salió de su casa junto a su esposa, hijo, suegra, cuñada y dos sobrinos para complacer a los niños después de un cumpleaños, a comer en un restaurante de comida rápida.
Aproximadamente a las 8 de la noche del día 2 de enero, el vehículo de Raúl sale de su vivienda ubicada en Ruiz Pineda con dirección a este restaurante de comida rápida. En el vehículo todo era una algarabía, todos reían y comentaban el cumpleaños del que habían disfrutado horas antes de que el fatídico destino le preparara una sorpresa.
Me comenta Raúl todavía con por lo menos 9 puntos en la cabeza y los ojos llenos de lágrimas, que cuando estaba a punto de incorporarse a la vía para tomar la autopista, un Chevrolet Caprí que venía en el canal rápido se precipitó a la vía donde el se encontraba embistiendo el carro familiar donde se encontraban sus seres queridos.
Me cuenta Raúl que luego del impacto sindió como el volante se le clavaba en el pecho y su cabeza impactaba en el vidrio provocandole la herida que hoy lleva en la cabeza.
Pero lo más cumbre de la historia que cuenta Raúl, quien hizo una pausa para que sus lagrimas no comenzaran a correr víctimas de la sobrepoblación de sus ojos, fue que durante esas fracciones de segundo vio como su esposa e hijo salieron despedidos del vehículo.
Los ocupantes restantes del vehículo quedaron apretujados recibiendo una serie de golpes fuertes, entre los cuales resaltan fracturas, de cadera, extremidades y cuagulos en el cerebro de la suegra de Raúl quien actualmente se encuentra en delicado estado de salud. Los niños que se encontraban en el carro sufrieron magulladuras y traumatismos en sus extremidades.
Raúl inmediatamente que logra hacerse dueño de sus facultades, ve que el carro que los embistió sigue su camino. Inmediatamente y como puede sale de su vehículo entre gritos de los otros ocupantes y va en búsqueda de su esposa e hijo a quienes consigue tirados en el asfalto en un charco de sangre, quedando en shock. ¿Que voy a hacer con mi vida si estos dos se me murieron? se preguntaba.
Cuando todas las preguntas y posibles respuestas comenzaban a abrumar su cabeza, vio que su hijo comienza a moverse. Llegó rápidamente donde estaba el niño y lo levantó. El niño tenía una parte de su cara llena de sangre, lo cual impedía vver la mitad de su rostro. Cuando Raúl ve que el niño que el niño está bien, escucha que su esposa también comienza a quejarse.
A los 5 minutos del accidente ya varios vecinos y voluntarios habían llamado a las autoridades y habían trasladados a los heridos a los distintos centros de salud. En los centros de salud Raúl también me comentó que tuve problemas de ingreso pese a la emergencia, donde los empleados de la clínica veían a los heridos sangrando y lo único que respondían era: No hay clave y no me responden del seguro. Pero eso es harina de otro costal.
Hoy en día y por misericordia de Dios, casi todos se encuentran fuera de peligro a excepción de la suegra de Raúl quien por su avanzada edad y su deteriorada salud, presenta un cuadro delicado.
Lo más terrible de esta historia a pesar de las consecuencias materiales, son las consecuencias morales, donde el conductor desalmado y sin nombre no tuvo la decencia ni la humanidad de pararse para auxiliar. Más fue su temor a las posibles represalias legales que quizás otra cosa. Lo malo como todos sabemos que ese tipo de cosas se pagan en este planeta.
¿Que le hebrá pasado al conductor que embistió a Raúl y a su familia? Vendría ebrio, drogado, picando o quizás vendría sin frenos? eso nunca lo sabremos.
Lo que si sabemos es que hoy hay un homicida en grado de frustración suelto en la calle, y lo malo es que nadie vio, pero la justicia divina lo alcanzará.