Todo Verdugo muere callado, o eso es lo que dicen los supuestos verdugos. Pero la historia es otra cuando les toca a ellos el momento de ser llevados al paredon.
Esto es muy simpático porque me ocurrió hace unos días una experiencia donde uno pone en evidencia a los bocones de profesión que actuan simplemente porque creen que entre cielo y tierra se puede ocultar lo que se les antoje.
Frases lapidarias como esas son las que uno al escucharlas, sabe que quien las profesa, son llorones por obligación ya que en la primera de cambio, a son los que primero se ponen a llorar.
Uno de los malos menos llorones fue el interpretado en el laberinto del fauno.
Uno de los malos menos llorones fue el interpretado en el laberinto del fauno.