Normalmente no me río de las desgracias ajenas, pero esta vez es imposible no hacerlo cuando uno ve que el capitán de un barco va apurado mientras el otro va hablando escribiendo mensajes por el movil.
O el otro quería cambiar de canal y el más grande no le dio la gana de darle paso por la carencia de la luz de cruce.
Realmente no fue eso lo que pasó, pero es para ambientar un poco la historia.